Abrazada por la música que hizo quien fue un amor de antaño
pero un presente de nostalgia, consumida por los vicios de la noche santa de
nuestra ciudad, interpelada por el sol que no asoma hace días y agotada por un
sueño liviano que no me permite descansar; las posibilidades de acción son
infinitas.
Podría intentar seguir durmiendo pero lograr conseguir la
paz se está volviendo una epopeya que no creo que tenga un final feliz, porque
en realidad no creo en la paz, nunca la ví.
Somos conflicto constante, equilibrio en movimiento, baile
sobre un piso repleto de canicas. Somos la búsqueda de algo que no existe,
somos omnipotentes que buscan perfección.
Nos atrevemos a intentar conseguir algo que no existe, pero creemos que vamos a
ser ese alquimista aún no descubierto que va a lograr conjurar la perfección y
con ella la paz.
Resigné la paz para que mis posibilidades en el contexto de
esta nube que tenemos por sobre nosotros, sean aún más infinitas, tomando el
riesgo de lo que significa la infinitud, la posibilidad constante del “qué
hubiera pasado”, convivir con la duda sobre las otras posibilidades que tienen
este cuerpo, y con este cuerpo esta mente y con esta mente, algo así como el
corazón: órgano reservado para el amor.
Las posibilidades son abrumadoras porque puedo explorar el
mundo desde la ventana de mi computadora o puedo salir del encierro decadente
pero al mismo tiempo placentero del caos que es mi nicho, para recorrer una vez
más las cuadras cerca de mi casa descubriendo un nuevo mundo dentro de un mundo
ya viejo y conocido.
Las posibilidades aumentan aún más cuando creemos que nos
equivocamos porque el error, la equivocación, lo extra (ordinario), el codo
finalmente tirando el tintero, es la génesis de algo nuevo, siempre. El salir
de la norma y encontrarse en el margen te posiciona lejos de donde estabas pero
cerca de una nueva norma.
Que la vida sea un error inocente, un deseo consumado que
genere más deseo, una nueva posibilidad constante, un baile que todavía no se
ha inventado, una travesía de travesuras, una vida con posibilidad de ser
también otras vidas.