miércoles, 27 de septiembre de 2017

Si no tiene solución no es un problema

Cómo no voy a enojarme con la humanidad si fueron algunos de los que participaron en ella los que me hicieron creer que el mundo era un lugar ameno para vivir, que la felicidad es algo a construir con materiales que todos tenemos al alcance de la mano , que el dolor era un factor que permitía poder ver las cosas buenas que si estaban. 
De qué modo puedo abrazar a la vida si es algo que se escurre con el tiempo o peor aún, se vacía de quienes la hacen vida.
De que forma se puede hablar de la muerte tan frivolamente, como algo que está y ya. No hay palabras que abarquen los vacíos, ni expresiones que puedan ayudarme a transmitir como adentro mío hay un vacío repleto de tormentas eléctricas que a veces me hacen doler, a veces salen para afuera y a veces solo deja que salga esa lluvia en forma de lágrimas. 
No hubo precuelas, ni avisos, ni médicos, no entiendo qué pasa en los cuerpos. De repente las personas desaparecen y no vuelven más. Y no existen los llamados, ni los mails, tampoco las fantasías de encontrártelos de casualidad en la calle, no existe que alguien que lo vio te cuente cómo estaba o como tenía el pelo. Y si no soñas con esa persona en una semana a veces aparece el miedo de olvidarte como era la voz. 
Y no importa la fuerza, ni la concentración. No sirve de nada. 
Tampoco existe la posibilidad de extrañar porque no se resuelve.
La muerte no es un problema porque no tiene solución. 
Y no puedo resolver esto qué pasó, qué otras cosas puedo hacer si todas mis herramientas no pueden salir de querer hacer algo para lograr lo imposible.
Y aparece el miedo de que alguien más un día desaparezca. 

jueves, 11 de mayo de 2017

Huesos, Órganos y músculos

Me encanta que caiga el agua hirviendo sobre mi cuerpo. Preguntarme si tiene aire adentro o fue envasado al vacío. No me interesa el aire que uso para vivir. Me interesa saber si entre mis huesos, órganos y músculos hay espacio. Espacios de diferentes tamaños dependiendo de cada cuerpo y sus diferencias que permitan que haya un aire que no sirve para nada, que se filtra y dibuja nubes en nuestro interior, si ese aire inservible transporta, como el que está afuera de nuestro templo de carne, partículas de agua. Me interesa saber si adentro nuestro también puede llover, si hay algún tipo de terreno con la libertad de no funcionar, algún terreno virgen a conquistar por dentro que ni los mejores científicos del mundo hayan logrado llegar. Quiero descubrir las Américas de nuestros cuerpos. El aire que baila adentro y que se reposa sobre alguna pradera sólo a descansar. Los agujeros de nuestro mecanismo.
Quiero buscar esos lugares libres que tenemos todos para dejarlos así. No quiero encontrar una función, mucho menos algo que construir para llenar todo ese vacío que también nos construye. Quiero encontrar esa falta antes que nadie para que ni se les ocurra llenarla con palabras, mucho menos con objetivos y ni siquiera pensemos en objetos. No quiero más objetos adentro de mi cuerpo porque me terminan objetivando.
Deseo que ese vacío que alguna vez encontraré adentro nuestro permanezca en un secreto que todos sabemos pero que es mejor no nombrar, porque está bueno saber pero que no lo sepa cualquiera porque cualquiera puede ser un destructor, colonizador o civilizador.

Quisiera empezar una investigación científica pero que no me abale ninguna ciencia, preguntar como espía en la facultad de medicina si hay espacio entre los huesos, órganos y músculos y descubrir ese vacío que no quiero llenar.

domingo, 26 de marzo de 2017

Ya debería ser otoño

Cruzar la avenida porque el semáforo me lo permitió es el principio del camino de las calles sin señal que me faltan recorrer hasta llegar debajo de mi ventilador para que seque el sudor que solamente recubre mi frente. Nada más que mi frente.
Ya debería ser otoño porque la fecha del solsticio, o del equinoccio fue hace unos días y sin embargo mi cuerpo no percibe un cambio. Es como si hubiera una cristalización de algo que no sucedió. Tenía que cambiar el tiempo y por qué no el espacio, pero sólo cambió el nombre de eso que todavía está cambiando. Me resulta un poco incómodo porque preferiría que primero sucedan las cosas y después poder nombrarlas. Este catálogo que nos dieron no coincide con lo que nos está pasando y creo yo desde lo más profundo de mi ser pero sin ninguna prueba, que a la realidad le duele cuando la estiran para que entre en esos casilleros infinitos con infinitas etiquetas. Si ya son infinitas por qué no podemos crear una nueva cada vez que hay un cambio, por más sutil y pequeño que sea. Aunque sea efímero y se desvanezca esa nueva especie de lo que sea, quizá la etiqueta también se desvanezca con ella y de esa forma habría tantas palabras como deseos de singularidad haya. Todo dejaría de funcionar y no podría pensar ni sentir el otoño porque cada año sería algo nuevo y diferente. Y cada instante de Marzo a Septiembre sería un nuevo otoño. El otoño de hace un segundo nada tiene que ver con el del segundo que viene, porque el tiempo es diferente y porque está más cerca de mañana o del invierno, o inclusive del otoño próximo.  Estoy muy enfada por no ser lo suficientemente sensible y no poder percibir esos cambios mínimos. Por eso mi cuerpo no percibe que es otoño. Cuerpo bruto y amarillista en el que nos convertimos que para percibir nuestro alrededor no le basta con cerrar los ojos. Somos mucho más que lo que nos dicen o lo que sentimos cuando recibimos un golpe de frío. Toda la vida buscando adormecer nuestro sentir porque debe ser enorme todo lo que podemos.

Un auto me deja cruzar la calle sin señal y aprovecha para llamar mi atención e intentar desnudarme durante los segundos que tardo en cruzar el empedrado. Por adentro me río porque no pudo llamarme la atención, justo estaba pensando un poco enfadada en por qué no podía discernir en qué detalles el día de hoy era diferente al día de ayer y por qué no era otoño aunque me dijeran que sí lo era, cómo podía argumentar mi respuesta o en realidad cómo podía hacer para percibir este nuevo otoño que nada tiene que ver con el del año pasado. Y mientras tanto alguien en frente mío intentando ver cómo podía pasar por sobre mi deseo y desnudarme sin siquiera tocarme para no caer en manos de la violencia legítima. Desnudame tranquilo que cada cuerpo es diferente y nunca vas a conocer el mío.

martes, 10 de enero de 2017

Diciembre en Buenos

Me angustia el grupo de whatsapp del señor que está sentado al lado mío que se llama "La familia unitta". Seguro es mentira. Seguro que tienen muchos conflictos y peleas, como las familias, pero de las que no se hacen cargo.
Me enoja la chica alta de enfrente que tiene un jean grande de rodillas porque es flaca, muy flaca. Casi fea, casi enferma, y me enojo porque me gusta eso, esa enfermedad convertida en belleza y me enoja que ni suiquiera puedo dejar de comer azúcar. Me enoja mi queja constante.
Y me angustian los grupos de amigos de las actividades recreativas que quiero hacer. Me gustan mis clases de teatro, las clases de danza y las clases de escritura. Pero no quiero amigos nuevos. Mucho menos un grupo porque yo quería aprender, no hacer terapia y tener amigos. Todo eso rompe el proceso, el profesionalismo. La razón matter.
Soy fóbica y me angustia y dejo todo.
Y me enoja lo feos que son los zapatos en Buenos Aires. Lo poco elegante que es lo barato. Todo lo que me obligan a ser concheta y a verme a mí misma usando la palabra Grasa que es horrible y que está muy lejos de lo que realmente creo del ser humano.
¿Y si en realidad creo otra cosa del ser humano pero sé que está mal?
¿Seré macrista?